miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sueños desconcertantes, III

Estoy en un vestuario (supongo que de algún gimnasio o polideportivo). Tengo que ducharme y, de repente, alguien empieza a cantar la canción de Hallelujah, de Leonard Cohen, desde la ducha. Sea quien sea, tiene una voz estupenda. Entonces, me meto yo en otra ducha y empiezo a cantar con esa persona. Terminamos la canción y el resto de gente que estaba en el vestuario empieza a aplaudirnos porque, al parecer, estábamos grabando un videoclip (sí, ¡EN LAS DUCHAS DE UN VESTUARIO!).

Después de este desconcertante episodio, estoy en el instituto. Por lo visto tienen que entregarnos un diploma de Cambridge a unos cuantos de nuestra clase. Cuando llego al aula (la clase más pequeña y fría de todas) donde se celebra esa entrega, veo que han asistido allí todos los profesores de inglés del instituto, todos los de mi clase y mi madre. Ella está sentada al lado de un chico que viene a clase conmigo y me parece raro porque no se conocen de nada pero, al parecer, ha sido él quien se ha sentado a su lado. Empieza la entrega de los diplomas y, cuando pronuncian mi nombre, salgo corriendo de la sala en busca de nosequé o nosequién, gritando que ya iré en otro momento, que en ese mismo instante es de suma importancia que vaya a hacer algo. Vuelvo al aula, preocupada, porque ya es la hora de la siguiente clase y voy a llegar tarde a Matemáticas. Pero, entonces, aunque la sala sigue llena de gente, no conozco a nadie.

Despierto.

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