sábado, 27 de febrero de 2010

Querida Abuela

Hoy, 27 de Febrero, hace tres años que la vida me dio una de las lecciones más importantes de todas, que las personas se van, dejan de existir, aunque su recuerdo permanezca por siempre dentro de nosotros. Y cuando ves que ya no están es cuando de verdad te das cuenta de todas las cosas que no le dijiste, porque nunca pensaste que se iría tan rápido, ni que fuera necesario decírselo, porque es algo que se da por hecho.

Hoy te escribo, Abuela, con lágrimas en los ojos, para que sepas que no pasa un día sin que deje de pensar en ti. Te escribo porque me he dado cuenta de que no llegué a despedirme, mas no creo que hubiese tenido las fuerzas suficientes para hacerlo. Porque, todavía ahora, después de tres años, se me rompe el corazón al pensar que ya no estás. Nunca pensé que fuera tan doloroso perder a alguien. Te echo de menos.

Te echo de menos porque nunca pensé que iba a perderte. Creí que siempre estarías a mi lado y que me verías crecer.

Echo de menos tus chistes, que me des consejos y que me abraces cuando estoy triste, o por el simple hecho de abrazarme. Que me felicites cuando hago algo bien o que me ayudes a comprender que me he equivocado. Echo de menos todas las cosas bonitas que me decías, las anécdotas que me contabas de cuando tenías mi edad. Quedarme a dormir en tu casa, y que tú duermas en la cama de al lado. Y reírme contigo cuando te quitabas la dentadura y hablabas hasta hacerme llorar de la risa. Echo de menos tu voz. También echo de menos esos paseos que hacíamos juntas. Y venir a comer a tu casa después de un día de colegio, que me prepares mi plato favorito y jugar a las cartas después de comer. Echo de menos pasar tiempo contigo.

Abuela, no sabes cuánto te echo de menos y cuánto te necesito.

Te quiero. Te quise. Y siempre te querré.

martes, 9 de febrero de 2010

Lost

Oh, vaya. Ya ha llegado febrero y todavía no he escrito nada en el blog. Es el fin del mundo.
Aunque en realidad no me extraña. El pozo de las ideas se ha secado y tendré que esperar hasta la estación de las lluvias para tener algunas nuevas. Eso no significa que no tenga ideas sino que no sé redactarlas. Ni me da la gana.
En fin, hoy, a parte de pasarme el día en casa con un resfriado de cojones y un dolor de cabeza insoportable no ha pasado nada de interesante, todavía.
Ahora estoy a la espera del principio del final de la mejor serie de la historia.
Así que, queridos loquesea, aquí lo dejo, porque no me conviene pasarme demasiado rato delante de esta pantallita del demonio.
Hasta la próxima.